Thursday, June 7, 2012

Perfil biográfico

Marilla Waite Freeman nació en Honeoye Falls (New York), el 21 de febrero de 1870, murió en Yonkers (New York), el 29 de octubre de 1961, y esos más de noventa años fueron vividos con una intensidad y una sed de entendimiento que rara vez pueden hallarse. Después de recibir su grado en literatura de la Universidad de Chicago, en 1897, Marilla fue, tres años más tarde, una de las primeras mujeres en los Estados Unidos en recibir el título de bibliotecaria profesional. Ése, el de bibliotecaria, fue el oficio de casi toda su vida. Aunque llegó a ser también una de las primeras mujeres abogadas del país (obtuvo su título en 1921, cuando tenía cincuenta años), nunca ejerció esa profesión. Lo suyo eran los libros, tratar de enriquecer la vida de la gente con la ayuda de los libros.
La labor de Marilla como  bibliotecaria se prolongó por más de sesenta años. Cuando hacía sus estudios en la Universidad de Chicago, trabajó como asistente en la biblioteca de esa universidad. En aquel tiempo fue también catalogadora de otra prestigiosa biblioteca de la ciudad, la Newberry Library.
Marilla fue una persona siempre en movimiento. Trabajó en numerosas bibliotecas públicas del país: Michigan City (Indiana), Davenport (Iowa), Newark (New Jersey) y Cleveland (Ohio), entre otras. Su asombrosa hoja de vida incluye también el cargo de asistente en la biblioteca de Leyes de la Universidad de Harvard y labores como voluntaria en la base militar de Camp Dix, durante la Primera Guerra Mundial, y en el Hospital de Saint Joseph, en Nueva York, después de su jubilación, en 1940, y hasta poco antes de su muerte. En todos los lugares donde estuvo, Marilla dejó siempre las huellas de su espíritu libre y entusiasta, la impronta de su personalidad “incendiaria”, como la definió uno de sus amigos.
Marilla Waite Freeman siempre estuvo preocupada por convertir las bibliotecas donde trabajó en centros vivos de sus comunidades. Muchas de sus ideas innovadoras, como las vitrinas temáticas, los prestamos inter bibliotecarios, las proyecciones de películas acompañadas por la lectura de los libros en que se inspiraron, o las cajas viajeras, siguen vigentes hoy en día, aunque ya nadie recuerda de quién fue la idea.
Marilla publicó valiosos ensayos sobre toda clase de temas: la promoción y  la psicología de la lectura, la organización de archivos de referencia, el manejo económico de bibliotecas pequeñas.  Desde finales del siglo XIX, hasta la mitad de los años cincuenta, produjo una obra que aún se encuentra dispersa en archivos de revistas. Ningún tema parecía ajeno a su interés. Aunque siempre solía escribir sobre bibliotecas (habló de las relaciones de las bibliotecas con las escuelas, el cine, la censura, los hospitales, la guerra y hasta de la importancia de las apariencias), la suma de sus ensayos parece, más bien, un manual para la vida. Hay en sus escritos una perspectiva humana y unas dimensiones éticas que garantizan su vigencia y los hacen necesarios en nuestro tiempo. Marilla siguió escribiendo y publicando hasta una edad muy avanzada. En las ediciones de los años cincuenta, de la revista Library Journal, es posible encontrar su último esfuerzo intelectual, una sección de reseñas de películas adaptadas de obras literarias.
Es evidente que la mayor pasión de Marilla fue la literatura. En los manuscritos que encontré, además de numerosos apuntes de clase, tomados cuando estudiaba en la Universidad de Chicago, se encuentran colecciones de viñetas, de conundrums (la afición de Marilla por los acertijos y juegos de palabras era notable), cuentos, traducciones de poemas de Horacio y ensayos que dan cuenta del temprano brillo de su inteligencia.
Marilla llegó a ser amiga de numerosos escritores. El laureado poeta inglés John Masefield no sólo fue su amigo, sino también su admirador, como lo atestigua la correspondencia que ambos mantuvieron por más de tres décadas. Marilla también se empeñó en apoyar jóvenes escritores de talento. En Davenport fue mentora de Floyd Dell, un autor hoy olvidado, pero bastante reconocido en la primera mitad del siglo XX. En su novela autobiográfica, Homecoming, Dell describe a Marilla como “una mujer extraordinariamente hermosa, alta y delgada, de cejas amplias, con suave cabello oscuro, ojos grisazulados, boca tierna, veleidosa, y voz vivaz”. Diecisiete años menor que Marilla, Dell también dice que su relación con ella no podía ser la de un estudiante con su maestra, “sino la de un niño rindiendo culto a una diosa adorable e infinitamente maternal.” 
El interés de Marilla por la literatura la llevó también a ofrecer numerosas conferencias sobre poesía moderna y sobre literatura en general. El rescate de sus ensayos en ese campo es también una tarea aún por emprender.

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